¡¡Nueva recomendación!! Y esta vez nos la hace llegar Manolo Gil:
Según relata Hesíodo en Los trabajos y los días, las Erinias eran las hijas de Urano que nacieron de las gotas de sangre derramada sobre la Tierra al castrar Cronos a su padre. Eran deidades violentas y vengativas que castigaban a los criminales y a todos aquellos que alteraban el orden establecido. Se les representaba con serpientes enroscadas en sus cabellos y los ojos inyectados de sangre. Su nombre estaba proscrito y para citarlas o invocarlas se utilizaba la antífrasis Euménides, las benévolas, tal y como cuenta Esquilo en la tragedia homónima que cierra el ciclo de la Orestiada. Los romanos las llamaron Furias.
De un tiempo a esta parte ha aparecido en la literatura latinoamericana un importante grupo de autoras erinias o euménides, según se prefiera. Un grupo generacional, transnacional y panamericano compuesto por escritoras furiosas y feministas que no solo convierten la escritura en una potente arma de lucha contra el patriarcado y las desigualdades sociales, económicas, políticas y de género, sino que lanzan un grito contra el horror y el silencio sobre las terribles dictaduras que han asolado América Latina en los últimos sesenta años.
Nos encontramos ante una literatura erinia latinoamericana -el término es mío- escrita desde el trauma individual y colectivo, que utiliza el horror, el temor y, en algunos casos, lo sobrenatural como catarsis. Cultivan esta literatura -y solo cito algunas escritoras- las argentinas Mariana Enríquez, Samanta Schwelin, Leila Guerriero, Dolores Reyes, Camila Sosa Villada o Selva Almada; las bolivianas Magela Baudoin y Liliana Colanzi; las colombianas Pilar Quintana y Margarita García Robayo; la chilena Nona Fernández; la dominicana Rita Indiana; las mexicanas Brenda Navarro, Fernanda Melchor, Guadalupe Nettel, Mayte López o Cristina Rivera Garza; la uruguaya Inés Bortagaray; la venezolana María Elena Morán; y las ecuatorianas Mónica Ojeda y María Fernanda Ampuero.
Conocía a María Fernanda Ampuero por sus dos rotundos e inconfundibles libros de relatos: Pelea de gallos y Sacrificios humanos, ambos publicados por Páginas de Espuma. Ahora acaba de publicar Visceral en este mismo sello. Un libro híbrido difícil de clasificar que se inscribe en el denominado ensayo-ficción, término que se viene utilizando en los últimos años, sobre todo en las escuelas de escritura, para referirse a la combinación de autoficción y ensayo, siendo la ficción quien suple el olvido del autor, intencionado o no, a la hora de responderse a las preguntas que se va formulando. Ginés S. Cutillas, con su reciente El ensayo-ficción. Una nueva forma narrativa, es uno de los teóricos que más ha incidido en este nuevo género literario.
Pero Visceral va más allá. Transgrede los límites o cánones del ensayo-ficción para componer un calidoscopio metaliterario en el que confluyen la autobiografía, el periodismo, el manifiesto, los relatos, la poesía, lo experiencial, las citas literarias y, en cierto modo, las reseñas bibliográficas y las invocaciones. Con este material, Ampuero trata de reflexionar y oponerse a las tropelías que le rodean. «Como siempre que no puedo entender algo, que la injusticia me retuerce las vísceras, que siento que podría desmayarme de ira, recurro a la literatura», nos indica al inicio del libro. «Escribo porque tengo miedo, porque soy mujer, porque me han enseñado a odiar mi cuerpo; porque soy extranjera, porque vivo en un país en el que el fascismo leuda en el horno de la indiferencia general; porque en el país en el que nací aparece decapitada la gente que se niega a pagar a los narcos el derecho de tener un negocio propio; porque todo sube menos los ingresos, por la precariedad de los que me rodean; porque el planeta está destruido y en Europa no hace más que ganar espacios la ultraderecha».
Con esta declaración de intenciones, Ampuero, más que elaborar una tesis y formularse preguntas y respuestas, grita porque gritar también forma parte de la dialéctica. Lanza un grito de erinia contra el patriarcado y la violencia de género, la injusticia, el cuerpo ultrajado y rechazado, el cuerpo heteronormativo y la usurpación de la infancia, temas constantes en su literatura. Un grito omnímodo y la ira como conclusión, idea y teoría. «Como el dios del Antiguo Testamento, he construido una obra literaria alrededor de la ira», afirma la autora. «La furia mueve mi feminismo, mi ecologismo, mi antifascismo, mi antirracismo, mi absoluta repulsión por las homofobias, transfobias, xenofobias y todos esos odios enmascarados de valores o de tradición», nos específica. Una furia contra el miedo que se convierte en compromiso y motor de su empoderamiento: «Un día, entrados en los cuarenta, me di cuenta de que había vivido mi vida con miedo a la opinión de los demás. Miedo a fracasar, a mostrar(me), a exponer(me), a que se burlen de mi literatura y de mi celulitis porque, ya lo saben, todas las inseguridades son la misma: tripa y verso, michelín y arte». Todo para luchar contra lo que Ampuero considera el espectáculo más grande del mundo, la destrucción de las mujeres.
Visceral es un libro descarnado y comprometido -nunca un título fue más adecuado-, alejado de los convencionalismos, las moralidades pequeñoburguesas y el escaparate de lo políticamente correcto. Ampuero sabe muy bien que en estos condicionantes se encuentra la censura y por eso lanza un grito de mujer de trabajadora, de extranjera, de inmigrante, de cuarentona, de gorda, de ultrajada. Un grito que une feminismo, antineocolonialismo, ecopolítica y lucha de clases. Al final, tripa y verso, michelín y arte.
Visceral se compone de 21 capítulos, cada uno abordado desde un registro literario más o menos diferente, pero con un yo narrativo iracundo, directo y, a menudo, interpelante. La prosa es clara y concisa. No hay retóricas que valgan. No hay eufemismos. Todo se entiende, porque con los gritos no valen las elucubraciones.
Los capítulos, por su temática, se agrupan en dos partes complementarias entre sí. En la primera, Ampuero traza sus objetivos y reflexiona sobre el contexto en el que se mueve: la condición de mujer, la injusticia, el neocolonialismo, la división social y sexual del trabajo, la emigración, la mochila de los orígenes con la que carga, la familia como generadora de traumas, el patriarcado y la madre: «Casi todo, por no decir todo, todo, todo, todo, empieza con las madres. La de ella empezó con la de su madre y la de su madre con la suya. Así, retrocediendo hasta el principio de nuestros tiempos, a la gorda primigenia, la gorda eslabón perdido, la gorda original, la gorda pecado».
La segunda parte del libro se inicia en el capítulo 10, «Mórbida». A partir de aquí, Ampuero concreta su discurso sobre la agresión a la mujer, a su cuerpo y su exterminio. En los once capítulos restantes desarrolla temas como la gordofobia, la violencia de género, la agresión sexual, la domesticación de la mujer por parte del patriarcado, el sexo, el embarazo, la maternidad y la salud mental.
Con Visceral, María Fernanda Ampuero se ha consolidado como una de las principales escritoras feministas de la literatura latinoamericana actual y, por extensión, de la literatura en español. Literatura erinia de alto voltaje y sin moralismos. La furia como dialéctica y como poética. Un libro de lectura obligatoria que no deja indiferente. Tripa y verso, michelín y arte.
Pd. Muchísimas gracias por tus palabras Manolo, y ¡¡disfruten de la lectura!! 😊- Título: Visceral
- Autor: María Fernanda Ampuero
- Editorial: Páginas de Espuma
- Año de edición: 2024
- Páginas: 176
- Idioma: Castellano
- Precio: 16€